miércoles, 15 de octubre de 2008

La poderosa magia del arte


[...] "Te pasas años de tu vida solo, ensayando ante un papel en blanco, intentando mancharlo con alguna nota o idea que perdure. Y tus motivos no fueron siempre puros. Quizá se trataba de que una chica que te gustaba se fijara en ti. O de escapar de una condición social que aborrecías. O del aplauso del público. Podía tratarse incluso del profano placer de disfrutar de un don natural. En cualquier caso, nada de ello se consigue sin sufrir también las consecuencias. Lo único realmente libre son las ideas. Cuando consigues a la chica, alguien la pierde. Cuando abandonas condición social, llegas a otra. Cuando el público aplaude, también deja de hacerlo. Cuando te amas a ti mismo, no puedes amar a los demás. Sí que te quedas solo, sabiendo que haces lo que te gusta porque te gusta y la indignación de un músico competitivo, las dagas de una amante despechada, las espinas de un crítico ofendido, el narcisismo indulgente como prerrogativa artística e incluso la condena de una cultura corrompido se desvanecen por la poderosa magia del arte."

(Wynton Marsalis)

Bebop (todo ha ido siendo "jazz moderno")


[...] La segunda guerra mundial alteró profundamente el ambiente y el devenir de la vida norteamericana. [...] Fue el nuevo jazz el que mejor canalizó el descontento negro y sus ansias de igualdad, sustituyendo la ira por el entusiasmo, el dolor por la nobleza, la pena por la belleza y el atrevimiento por la genialidad. [...] Una diferencia elemental entre el arte popular y el serio es que el primero le da a la sociedad lo que quiere y el segundo lo que necesita. [...] "No toques lo que quiere el público", advertía Monk, "toca lo que tu quieres y deja que el público se enganche a lo que haces, aunque tarde quince o veinte años". [...] El carácter distante del jazz moderno no provenía de ningún deseo de alejarse del público, sino de las dificultades inherentes de una música que, debido a sus cualidades emocionales, requería concentración y empatía. [...] En 1944, el público de jazz todavía se irritaba ante una quinta disminuida (por ejemplo fa sostenido contra do natural), un intervalo muy útil para dar sensación de bitonalidad, que pronto pasó a ser una blue note más. En los principios del bebop, se consideraba esta quinta una terrible disonancia, una muestra del desesperado ataque del jazz moderno a la decencia y al buen gusto.

(Bird. El triunfo de Charlie Parker por Gary Giddins. Ed Alba)