jueves, 25 de junio de 2009

Música y depresión

[...] En algunas ocasiones hemos oído que la música ha incrementado el estado depresivo de una persona, pero, a menos que alguien esté tan deprimido que no pueda reaccionar ante ningún estímulo externo, la música tiende a elevar el ánimo o, al menos, a mitigar la incapacidad de sentir interés por algo o por alguien, rasgo muy característico de la depresión. Es mejor sentir que la vida es trágica que ser indiferente a ella.
El escritor William Styron nos proporciona un brillante ejemplo de lo antes dicho. Durante meses, padeció una profunda y grave depresión. Al darse cuenta de que no podía enfrentarse al amanecer de un nuevo día, hizo los preparativos para el suicidio.

"Mi mujer se ha ido a dormir y yo me he obligado a ver una película en la que una joven actriz, que ha participado en una de mis obras, tenía un pequeño papel. En un momento de la película, ambientada en Boston en la última década del siglo XIX, los personajes atraviesan el vestíbulo de un conservatorio de música y desde sus paredes, con acompañanamiento de músicos invisibles les llega la voz de una contralto, un súbito y elevadísimo pasaje de la Rapsodia para contralto, coro masculino y orquesta de Brahms.
Ese sonido, igual que toda la música -de hecho, igual que todo el placer- a la que me había mostrado indiferente durante meses, atravesó mi corazón como un puñal y, en un torbellino de fugaces recuerdos, pensé en todas las alegrías que la casa había conocido: el correteo de los niños por sus habitaciones, las fiestas, el amor y el trabajo"

El súbito impacto que la música tuvo en Styron le hizo comprender que no tenía derecho a herir a sus seres queridos. Al día siguiente accedió a que lo internaran en un hospital psiquiátrico.[...]


("La música y la mente (el fenómeno auditivo y el porqué de las pasiones) Anthony Storr" bolsillo paidós.

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