sábado, 17 de octubre de 2009

Cábalas con la guitarra


Sabias palabras las que contiene este libro que me acompaña ya desde mi primera adolescencia y que cada vez que consulto me regala nuevas perspectivas musicales.

"[...]Aprender y enseñar un arte es una cosa muy seria: se juega uno la vida. No es un aprendizaje cualquiera, un simple intercambio de conocimientos y habilidades. Convertirse en músico es un verdadero camino iniciático, aunque esto pueda sonar raro a los músicos. Hablar así quizás parezca exagerado o visionario, en este tiempo de masters de tarifas millonarias, titulaciones a todo trapo, universidades de lujo... y masificación de la enseñanza, frustración de vocaciones y falta de salidas profesionales. Un estudiante de música es un ser privilegiado: entre tanta confusión, ha sido tocado por el aura de una vocación especial que no le abandonará nunca más. A diferencia de quieres se implican en otros aprendizajes profesionales, nunca dudará, pero se verá implicado en un estudio constante que lleva toda una vida.

¿Qué es lo que hace falta, entonces, para iniciarse en el arte de la música?

Además de la vocación y el estudio, un maestro. Porque la música es un arte muy sutil: aunque existan millones de partituras y grabaciones, los caminos de la música no pueden escribirse. ¿Qué es un maestro? No es, o no es únicamente, alguien que enseña unos conocimientos o técnicas. Un maestro es un ejemplo. [...] El camino de la música implica poner la propia vida en juego, como he dicho, porque se trata de convertirse uno mismo en música: es decir, ser capaz de realizar aquella cualidad humana, de vibración y existencia, que la música expresa.

Para comprender y aprovechar la enorme sabiduría que este libro encierra, uno no puede situarse más abajo de este planteamiento. El objetivo de la música no es -no es solamente- producir sonidos armoniosos.

Aunque parezca paradójico, el objeto último de la música es el silencio: suscitar el descubrimiento del espacio de silencio interno de cada persona donde resuena la belleza, el amor y la verdad. La música es mágica porque tiene el poder de inducir esa empatía, la cualidad de despertar aquellas partes del código genético humano que encierran la música interna de cada persona. La música, toda la música que se pueda crear, está ya inscrita en nuestros genes: nace con nosotros. La palabra educación, en su sentido etimológico, se basa en una palabra latina que significa "sacar afuera". El educador es aquella persona capaz de hacer salir fuera de nosotros aquellos potenciales que ya tenemos pero no sabemos cómo exteriorizar.

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